Empezar de nuevo
- TurHistoreAndo
- 30 jul 2019
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Si hacemos un viaje en el tiempo y nos trasladamos a la convulsionada Europa del siglo XVII, y particularmente a una Alemania atravesada por guerras y conflictos interminables, en tierras Germánicas se respiraba un ambiente de intolerancia religiosa que hacía difícil la convivencia.
Fue entonces, que se conocieron los planes colonizadores de la Zarina Catalina II de Rusia (de origen alemán).
La emperatriz rusa ofrecía una serie de privilegios para los inmigrantes alemanes. En esencia podrían conservar su idioma, ejercer su profesión, tendrían libertad religiosa, se los eximía de prestar el servicio militar obligatorio y se les otorgaba tierras en el límite sur de la Rusia Europea.
Fue así que en el año 1763 comenzó la emigración alemana a las llanuras del Volga. Estas aldeas alemanas, de perfil netamente agrario, que económicamente se autoabastecían, prosperaron y su población se incrementó ostensiblemente.

Pese a los logros que habían alcanzado, en 1864 las penurias se agudizaron debido a las pérdidas de los privilegios otorgados por Catalina la Grande.
A mediados del siglo XIX hubo una especie de cambio de mentalidad en toda Europa, más afín al nacionalismo. El zar Alejandro II emprendió así una política de “rusificación”, dirigida a asimilar a las otras etnias que habitaban el imperio.
Fue en este contexto que, en noviembre de 1877, un grupo de 1.006 personas partieron con destino a Brasil, pero, por una razón especial e inesperada, llegaron a la Argentina.
Alojados en el Hotel de Inmigrantes, después de una semana de deliberaciones y ofrecimientos que les llegaban desde distintos lugares, decidieron radicarse en Entre Ríos y el 25 de enero de ese año, arribaron en barco a Diamante, que por entonces era un villorrio. Así nació la Colonia General Alvear, donde se ubicó a este grupo de pioneros, que, por segunda vez en su vida, debieron “empezar de nuevo”, pero ahora, en la que sería su Patria definitiva.

Las cuatro primera Aldeas que se fundaron fueron la “Valle María San Francisco”, ”Keller”, “Spatzenkutter”) y “Protestante” (o aldea de los Agricultores), a las que en 1879, se agregó la “Aldea brasilera”.
Con el desarrollo de estas aldeas perfectamente proyectadas y trazadas, con sus casas, cuyos techos a “cuatro aguas”, como las que tenían en Rusia, surgían simultáneamente un predio donde se alzaban la Iglesia y la Escuela.
Es el caso particular de Valle María, donde se encuentra la Iglesia de la Inmaculada Concepción, que es una de las edificaciones más llamativas del conglomerado urbano. En su frente exhibe una alta torre central, que culmina con una cúpula en forma cónica y aparece escoltada por dos similares de menor altura. La edificación se complementa con grandes ventanales, arcos, y una corta escalinata que permite el ingreso. El interior, por su parte, permite admirar en el altar un mural pintado por la artista entrerriana Amanda Mayor.
Los Alemanes del Volga junto a inmigraciones de otras etnias, dieron a la Provincia de Entre Ríos, lo mejor de sus vidas: sus hijos, su capacidad de trabajar, su tesón y su profunda Fe en Dios.

Llegaron a ser casi 30.000 en casi toda la provincia y hoy sus descendientes no solo conservan muchas de sus costumbres sino también han formado un circuito turístico que trata de dar a conocer toda su increíble historia.
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