Matanza y Victoria
- TurHistoreAndo
- 3 jul 2019
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Actualizado: 5 jul 2019
Una leyenda ubica en el Cerro La Matanza el desarrollo de un lejano combate entre los conquistadores y los primitivos dueños de la tierra.
Durante dos siglos, minuanes, chanáes y charrúas ofrecen tensa resistencia a la ocupación española del territorio entrerriano. Atacan a los viajeros que se aventuran por las márgenes de los grandes ríos, a las estancias que se instalan en los claros del monte, a los villorrios de indígenas pacíficos.

Gracias a un convenio amistoso logrado por Hernandarias en 1632 y también a la influencia de los jesuitas, se observa una larga tregua hasta finales del siglo XVII. La lucha se reanuda al comenzar el siglo siguiente. Los charrúas avanzan impetuosos sobre las misiones guaraníes de Corrientes; los payaguas arrasan los aledaños del Paraná, desde el río Feliciano a la Bajada. Gobernantes y propietarios claman contra los indios “ladrones, cuatreros y salteadores de todos los caminos reales”. Fracasan cuatro expediciones punitivas mandadas desde Buenos Aires.
En 1749 se propaga la noticia de una fuerte coalición, de la que participarían unos 800 combatientes. Entonces el gobernador de Buenos Aires ordena la guerra de exterminio. El capitán Antonio de Vera Mujica parte de Santa Fe rumbo a la cuenca del arroyo Nogoyá. Lleva severísimas instrucciones de acuchillar a cuantos persistan en sus posturas bélicas. El 3 de febrero de 1750 comunica la derrota del enemigo: el informe denuncia 273 muertos y 339 prisioneros.
Se dice que por cada indio que murió durante estas luchas sus familiares plantaban un ombú. Así se explica esta congregación de la misma planta que aún hoy permanece en el lugar. Este sangriento hecho fundacional dio nombre al nuevo asentamiento surgido en el lugar como Pueblo La Matanza, varias décadas después fuera rebautizado con el de Victoria.
Hoy en día se dice que el cerro tiene “una energía especial”. Algunos suelen juntarse allí para vivir experiencias de percepción a raíz de hechos “paranormales” ya que el sitio ha cobrado fama en este último tiempo a raíz de testimonios de personas que aseguran haber observado situaciones fuera de lo común.
Leyendas y verdades hacen de este cerro recordado por una cruel matanza uno de los más controvertidos de la provincia. Con el paso de los años el sitio ha tomado fuerza como atractivo religioso y en el reposa una cruz mayor secundada por otras cruces más pequeñas la cual guía por un sendero de tierra el Rosario, que cada Viernes Santo, recorren en Vía Crucis multitud de fieles.
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